Rastrojos, restos de la siega como combustible


Rastrojos, restos de la siega como combustible

Gestión de los residuos de cosecha

residuos de cosecha

Con el objetivo de evitar incendios forestales, las autoridades prohíben la quema de rastrojos. Esta prohibición obliga al agricultor a que modifique la gestión de los residuos de cosecha; enterrando la paja junto con el rastrojo o bien retirando la paja para su venta y enterrando acto seguido los restos que quedan en el campo.
En ambos casos, por cada tonelada de paja que se incorpora al suelo, éste recibirá 150 kilos de humus, lo que ayuda a mejorar su estabilidad para retener agua y también el aprovechamiento de los nutrientes disponibles para los cultivos siguientes.

Este enterrado conlleva algún inconveniente:

  • Mayor consumo de combustible.
  • Incremento del gasto en productos químicos para controlar las posibles plagas.
  • Efecto depresivo sobre los cultivos. Al cambiar la relación carbono nitrógeno en los suelos, se debe complementar con una fertilización de entre 30 y 40 unidades de nitrógeno por Ha. durante el otoño.

En general, la incorporación de la paja al suelo suele ser la mejor opción, salvo en terrenos poco profundos, muy pedregosos o con clima muy seco y especialmente con suelos fuertes, en los que no se descompone correctamente la paja. En este tipo de suelos o cuando la producción de paja es muy elevada, es preferible retirar la paja y enterrar sólo los restos de rastrojo, antes que hacer un mal enterrado que va a limitar la nascencia y el desarrollo del cultivo siguiente.

Máquinas para gestionar los residuos de cosecha

La gestión de los residuos de cosecha ha incrementado la demanda de máquinas trituradoras de rastrojo y esparcidoras de paja.

Para conseguir una buena incorporación de la paja al suelo y facilitar su enterrado y su descomposición, la cosechadora debe picarla correctamente en trozos de unos 10 centímetros, esparcirla por toda la anchura de corte e incorporarla al suelo con un apero que realice un volteo del terreno para distribuirla uniformemente en los 20 centímetros más próximos a la superficie.

Labores

Una buena incorporación requiere de dos labores:

  1. Utilizando detrás de la cosechadora una grada superficial accionada por la toma de fuerza, realizar una mezcla superficial sobre 5 u 8 centímetros de profundidad que ayude al troceado de la paja y que active su descomposición al contacto con los microorganismos del suelo.
  2. Enterrado mediante arado de vertedera con lámina cubre rastrojos en su extremo. Se debe evitar una profundidad de labor superior a los 25-27 centímetros, ya que si la paja se entierra en el fondo de la labor, se bloquea su descomposición.

Cuando se trata de rastrojo de maíz, los restos son muy abundantes, por lo que en la primera acción se recomienda pasar una grada de discos para que los microorganismos del suelo empiecen a actuar. De esta manera, durante el invierno y con condiciones de humedad más favorables, ya comienza a tener lugar la descomposición. Con un nuevo pase de grada de discos a final del invierno o principio de la primavera, el suelo queda ya preparado para el siguiente cultivo.

En siembra directa no se realiza proceso alguno de enterrado, se mantiene el rastrojo que queda de pie que es el que menos interfiere con las operaciones de siembra.